martes, 21 de agosto de 2007

Ponferrada

Larga, larga, larguísima jornada la de hoy que aun a pesar de haber empezado muy muy temprano, a eso de las 8 de la mañana, nos ha tenido casi todo el día. Todo comenzó con el desayuno en el albergue, no había mucho más para elegir, pero estuvo completito con su te, café, tostadas, galletas integrales, de todo un poco.
De ahí, Evi, Luis, Roy (que era el primero en salir y llegar a los sitios y ya se ha venido al lado oscuro) y un servidor, nos fuimos a la cruz de hierro, que esta solo a 2 kms de subida. Soltamos una piedra que por supuesto cogimos en el trayecto y nos echamos la foto de rigor. Un poco más adelante esta Manjarín, donde Tomas, el sacerdote templario, te invitara a unas galletitas y te, y te pondrá su sello por un pequeño donativo. Podríamos incluso habernos alojado aquí sin luz ni casi agua a cambio de que nos hubiera v
contado sus historias.
De ahí bajamos al acebo donde nos encontramos con Cesar y Ena y nos tomamos nuestro primer amaiketako de empanada. Nos es lo mismo que la tortilla pero apacigua el hambre. La bajada hasta el acebo horrible, piedras y piedras en un descenso del 15% por lo menos y que hacen sufrir las rodillas y todo el cuerpo. Del acebo marche con Cesar, Ena, Arantxa y Eva hasta Molinaseca, pasando por los primeros, para mí, parajes de arboledas recubriendo el camino.
En Molinaseca nos dimos un bañito de pies en el rio en el que está prohibido tirarse de cabeza desde el puente y aprovechamos, tras saludar a los valencianos que se alojaban aquí, pa tomarnos unas tapillas. Después de los chichos, que hay que oírlos y probarlos en estas tierras, cogimos caminito pa ponfe entre chaleses y chaleses a tutiplén. La llegada a Ponferrada tuvo como culmen la despedida de Ena y Cesar que se marcharon en COCHE a la casa de los primos del segundo entre sabanas de franela y baños de espuma; vamos, lo típico a lo que estamos acostumbrados.
El resto de pringaos nos fuimos al albergue... Resort de los albergues. Música en el césped para acompañar a la lectura, capilla para oración o bodas, piscina para relajación de los pies de los peregrinos, y 250 plazas para que nadie se quedara sin estar aquí.
Tras una ducha de espuma quedamos con nuestros 4 amigos italianos, Daniel, Simona, Toni y Silvia en que haríamos una cena italoespañola, ellos cocinarían pasta y nosotros, como no, la tan famosa en el camino, sangría.
Esto ya eran las 7 de la tarde así que con el tiempo justo nos fuimos a comprar al súper y solo nos dio tiempo de una cervecita en la plaza del ayuntamiento.
A las 8 llegamos al albergue y ya estaban los italianos a tutiplén, preparando una pasta acojonante a la berenjena y una fondue de chocolate. Nosotros cortamos el chorizo y el queso que habíamos llevado y nos pusimos manos a la obra con la sangría. Como Evi estaba entre unos y otros, había comprado unas galletitas. Esta chica cada día se siente más española.
Como era de esperar, tras la suculenta cena el personal se animo y todo el mundo quería beber de nuestra sangría, hospitaleros incluidos.
La italiana y la de Andújar disfrutaron de lo lindo y, de haber sido posible, aun estarían allí. El amigo Daniel, como no podía ser menos, dejo bien claro quién es el rey de beber sangría y con su marca seguirá mucho tiempo.
Por lo demás todo fue bastante divertido, repartimos sangría a diestro y siniestro y, para terminar, dejamos a los hospitaleros con 5 litros de sangría pues hoy era su despedida y lo estaban celebrando.
Estamos listos para dormir, son las 2 am y todo el mundo durmiendo. Mañana más y mejor.
Quedan 202 kms

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